domingo, 13 de abril de 2014

INTERACTIVIDAD

Buena parte de las obras llamadas “interactivas” se parecen esencialmente a un juego: las reglas son establecidas de antemano, conocidas por todos los que participan, y no cambian; el resultado es incierto e intrascendente. Metaforicamente aluden a una cierta estabilidad de las relaciones - si no el juego no se podría llevar a cabo - y a un entretenimento dentro de esa estabilidad. Son, por lo tanto, conservadoras.

Sólo definiendo una singularidad - de un individuo, de un grupo, de un espacio-tiempo - se puede imaginar como romper la homogeneidad del juego, de antemano definida y aceptada. La singularidad es el punto de ruptura, la articulación entre lo esperado y lo inesperado, entre el imaginario constituido y el imaginario constituyente (Castoriadis). La obra interactiva es, para mí, la que propone una situación singular, portadora de una transformación de los participantes.

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