domingo, 13 de junio de 2010

DERECHA, IZQUIERDA

El transfondo cultural de la polaridad derecha/izquierda ha cambiado completamente en los últimos decenios. En su penúltimo avatar la derecha era todavía represiva en su sentido más amplio –defensa de una etica personal restrictiva y del sacrificio; defensa de las instituciones sociales que encarnaban esta ética, como la iglesia y la familia burguesa; defensa de los poderes del estado como límite supremo – con lo matices que podían introducir las corrientes liberales. La izquierda, en cambio, era emancipadora, en lo personal, lo social y en lo político –a su vez con los matices de la tradición autoritaria de buena parte del comunismo.
El pleno desarrollo de la cultura consumista ha trastocado por completo este panorama y hasta ha invertido los roles. En el corazón del consumismo está el espejismo de un acceso directo al goce individual–de sí, de los demás y de las cosas. En este contexto la derecha se ha vuelto el guardián de ese goce y por lo tanto sustenta ahora un discurso aparentemente liberador: hay que quitar del medio los obstaculos del goce. Este es el sentido del auge de ciertos líderes europeos de la derecha populista actual, el primero de todos Berlusconi: el hombre más rico, el más poderoso, el más activo sexualmente: el emblema mismo del goce. El discurso xenófobo también pertenece a este horizonte: es inadmisible que el otro contradiga mis formas de gozar – de ahí esos líderes de la derecha impensables en la generación anterior, como Haider y Pym, los dos con vidas sexuales emancipadas y conocidas y discursos ferozmente xenófobos.
La izquierda en esta situación se ha vuelto “represiva”: perdido definitivamente el orizonte revolucionario, su discurso se centra en limitar el goce consumista por razones de ética personal –respeto del otro-, de ética social –solidaridad- y de política –respeto del estado y de las leyes. La deriva reguladora de mucho socialismo europeo actual es un claro ejemplo de ello.
Así que nos encontramos con algo parecido a una pesadilla en la que un Berlusconi sonriente nos ordena que gocemos y no pensemos en nada más y un Zapatero también sonriente nos invita a hacerlo sin pasarnos y con sentido de la responsabilidad.
El futuro de una política realmente emancipadora –me gustaría decir “de izquierdas”- es desencallar el goce del consumismo y conseguir darle valores nuevos. Estamos invocando un cambio epocal y por lo tanto de una complejidad y de un alcance que supera con mucho la acción de un grupo y no digamos de una persona. Pero no por ello es impensable o, al menos, experimentable en acciones y contextos limitados.
La izquierda podría incluso revisitar algunas de las tradiciones que la habitaron, como la de Fourier que, con su teoría de las pasiones, intentó imaginar precisamente esto: un mundo donde el goce particular de cada uno (su pasión) pudiera articularse libremente con el goce del prójimo –sin estar sometido a una explotación comercial como en el caso del consumismo pero con capacidad de producción social.
Hay varias consecuencias prácticas y realizables a estos planteamientos. Sólo un ejemplo: valorizar de manera notoria quienes no sitúan su goce de manera preponderante en el consumo, - y son muchos: científicos, investigadores, estudiosos, ingenieros, artistas, enseñantes, artesanos e incluso -y siguiendo a Fourier- empresarios creativos, entre otros. Consecuentemente valorizar en general los comportamientos ligados a estas actividades.
Es muy importante subrayar que valorizar no es regular, sino proporcionar facilidades a un crecimiento de personas y grupos cuyos éxitos ni se controlan ni se limitan –en todo caso se aprovechan.

sábado, 6 de marzo de 2010

EL PADRE, LAS PELÍCULAS Y ESTADOS UNIDOS

Hoy he vuelto a ver “Wall Street” de Oliver Stone, y otra vez la narración está estructurada por el conflicto entre el padre bueno (Martin Sheen) y el padre malo (Michael Douglas) ante los que el hijo tiene que elegir. Como siempre –al menos en las películas de serie A- gana el padre bueno. Se trata de un tipo de trama ritual, que quiere asegurar la eficacia de la paternidad –cuya presencia no está puesta en duda. La catarsis asegura la evacuación de las dudas sobre la paternidad misma. La paternidad buena es una rigurosa benevolencia que asegura la inserción ética del hijo en la sociedad. Lo que es insoportable es imaginar un hijo sin padre, porque entonces, como diría Artaud, sería hijo de sí mismo: lo más parecido a un hombre libre. Por esta razón los americanos no han realizados apenas películas sobre su propria revolución. Los padres fundadores, precisamente por ser fundadores, no tuvieron padres.

BUENAS NOTICIAS

Al estreno de "A través del Carmel" en los Cines Nàpols de Barcelona, le ha seguido la publicación del DVD de la película y del libro que recoge las voces de los habitantes del Carmel, tal y como aparecen en el documental, pero en forma de poemas. Después "A través del Carmel" ha sido nominada a mejor película documental en los Premios Gaudí y ha recibido el premio Ciutat de Barcelona 2009 en la categoría audiovisual.
El próximo viernes 12 de marzo, a las 19h, presentamos película, DVD y libro en la Casa Encendida en Madrid.