martes, 15 de marzo de 2011
PELÍCULAS Y VIDEOINSTALACIONES
Se trata, además, de prácticas post-consumistas, en tanto que tienen en cuenta la circulación actual de las imágenes audiovisuales, su diseminación y su atomización - es el caso de los merchandising y los videojuegos derivados de las películas -. El intento aquí es generar directamente un mundo de imágenes audiovisuales, cuyos diferentes avatares tengan sentidos complementarios.
domingo, 15 de noviembre de 2009
DESPUÉS DE LA VIOLENCIA EN LA GALERÍA h2o
¡Os espero!
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Después de la violencia
La galería h2o
After a long year, with news shooting in Paris and Madrid and the editing of all the materials, I have the pleasure to invite you next thursday november 19th, at 20h, to the art gallery h2o of Barcelona, to see toghether my new work.
See you then!
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Después de la violencia
La galería h2o
miércoles, 23 de enero de 2008
POÉTICA POLÍTICA
Los siete trabajos que se presentan en el Canal Mediateca del CaixaForum de Barcelona a lo largo del mes de febrero, tienen una fuerte unidad temática y formal. Se trata de Miradas Extrañas, L’Avenir, A través del Carmel, A lo mejor, Arrecifes, Panamamundi y Retratos de discursos. Todas las obras, excepto Miradas extrañas, son videoinstalaciones. Nacieron, por lo tanto, con la idea de movilizar el espacio en el que se iban a mostrar (y aquí, esa dimensión tendrá que ser imaginada por el espectador). La voluntad de inscripción en un espacio dado está íntimamente relacionada con el contenido: las siete obras exploran diferentes lugares, poniendo en relación lo visible y los discursos que en ese lugar se producen.
Imagen y palabra están siempre en una relación tensa, subrayada en la mayoría de los casos por la desincronización del audio. Esta tensión, que acaba por ser un rasgo formal, es fruto de una política poética de raíz brechtiana: subraya la artificialidad de la imagen audiovisual para invitar a la reflexión. Sin embargo, la tensión adquiere también una dimensión simbólica al encarnar la fisura entre vivencia y discurso, entre el lugar y su imaginación -ni completamente ajenos, ni totalmente coincidentes.
Cada obra intenta una rigurosa adherencia a lo cotidiano, visto como el marco común de nuestro estar juntos en tanto que ciudadanos. De ahí que no se trate de una cotidianeidad mitificada, sino más bien explorada en sus concretas características, utilizando, en fase de preparación, incluso los instrumentos de las ciencias sociales; sin obviar, naturalmente, la dimensión afectiva e imaginativa que recorre esa cotidianeidad y que es aquí considerada, además, como una dimensión política de primera importancia.
Varias de estas obras, son fruto de diversas formas de participación de las personas que podemos ver en ellas. Algunas han propuesto cómo querían mostrarse (L’Avenir, A través del Carmel), otras han intervenido además en la elaboración del guión (Miradas extrañas). De este modo se busca establecer una nueva relación entre producción audiovisual y sociedad, diferente de la radicalmente pasiva a la que empujan los medios de comunicación de masas.
La desincronización del audio libera la imagen, permitiéndole recobrar una intensidad autónoma y ofrecerse a nuestra contemplación –que no es otra cosa que la capacidad poética del espectador. Así, en estas obras, predomina la técnica del plano-secuencia, entendida como una manera de darle tiempo a la vista para recorrer la imagen y apreciar su sentido –siempre múltiple y complejo. El audio también queda liberado por la desincronización, y ve así multiplicadas sus posibilidades poéticas. En el L’Avenir, por ejemplo, el pasado industrial resuena sólo como un eco.
miércoles, 29 de agosto de 2007
Denuncia y videoarte
La forma de esas obras –vídeos, fotografías, técnicas mixtas– tiene un marcado carácter narrativo, como no podía ser de otro modo, puesto que una denuncia supone un discurso. Al tratarse de trabajos que tienen la voluntad de presentarse como arte, los autores intentan evitar una excesiva proximidad con fórmulas conocidas propias de los documentales y los reportajes televisivos. Este intento parece, la mayoría de las veces, puramente negativo. Más allá de la sustracción de algún elemento –parte de las explicaciones, algunas referencias contextuales-, no se vislumbra ni una propuesta formal diferente –en los encuadres, en el uso de la cámara, en la posproducción–, ni una diferente propuesta narrativa. Documental y reportaje parecen reinar incontrastables en el trasfondo de estas obras de denuncia, mostrando hasta qué punto es un hecho el cambio de paradigma generado por el dominio de los medios de comunicación de masas.
Cabe pensar que estamos ante una transición. En los cimientos del arte de vanguardia del siglo XX había una inspiración filosófica, literaria y científica específica. La vieja y sólida cultura burguesa proporcionaba esquemas y referentes ajenos al mundo mediático. En ella se apoyaron los artistas para desmarcarse de la incipiente cultura del consumo y de los medios de comunicación de masas. El “misterio” que nos proponían muchas obras de vanguardia era una puerta abierta a una diferente percepción del mundo, que necesitaba, obviamente, de los instrumentos de la cultura burguesa para ser descifrada.
Una vez la cultura burguesa en vías de desaparición –y cualquiera que tenga una mínima experiencia en la enseñanza sabe que no exagero–, el “misterio” se reduce a un vacío. No se refiere a nada, ni aporta sentido. Ni el artista ni el espectador tienen ya esos referentes.
Por el contrario, completamente fuera del campo del arte, los medios de comunicación, precedidos por el cine, parecen haber construido un paradigma, cuyos ejes son la funcionalidad narrativa, la capacidad de integración de saberes, el efecto sobre el espectador y la movilización de recursos técnicos.
Los dos paradigmas, el del arte de vanguardia del siglo XX y el de la producción mediática, son incomparables, no hay continuidad entre ellos. Los elementos comunes que puedan tener uno y otro tienen funciones diferentes.
De ahí que no quepen medias tintas: hay que situarse decididamente en el nuevo paradigma. O como le dijo Zaratustra a su “mono” a propósito del rechazo a la gran ciudad, hay que atravesar la producción mediática para ir más allá.