lunes, 25 de junio de 2012

EROS O DISCURSO


Varias de mis obras de los últimos años tienen como punto de partida dispositivos diálogicos que implican grupos de ciudadanos. El intento es que la obra nazca en un contexto ejemplar - político y personal - en el que los saberes y las expresiones de los deseos de las personas circulen y se articulen libremente.
La mayor parte de las veces los dispositivos dialógicos toman las forma de grupos de discusión en los cuales, a partir de la propuesta de un objetivo común - una descripción del grupo mismo o de su entorno o de su imaginario - se intenta definir un conjunto de imágenes audiovisuales significativas.
La importancia de las imágenes así producidas es pragmática: se mide con su eficacia para interpretar cuestiones clave del grupo o de su entorno y para comunicarlas.
Pasan, por lo tanto, a un segundo plano las questiones semióticas o de crítica de lenguaje, en aras de la verificación inmediata de la validez de la comunicación a través de la dialéctica de la respuesta y de la crítica de las personas concretas presentes en las discusiones, y de la eficacia simbólica de la obra.

En consecuencia, cierto grado de convencionalidad y de aceptación de la tradición simbólica es inherente a tales producciones, al menos como punto de partida. Sin embargo, nada impide que la crítica y la innovación se desarrollen en el interior mismo de los grupos de trabajo o durante la producción de la obra: pero crítica e innovaciones estarán sometidas a la misma verificación de eficacia pragmática.
Podríamos decir que se trata de substituir un discurso crítico con una erótica crítica: el cuerpo concreto del otro está presente y las trasgresiones no son hipóteticas sino prácticas.

De ahí mi interés por las tesis de Rancière, que al identificar a través del concepto de lo “común” el sustrato de nuestra experiencia estética ciudadana -el lugar de nuestra experiencia política, tout court - me permite identificar con claridad el terreno de la práxis artística: tenderá a trabajar, alterar y poner en cuestión lo común.

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