La burguesía inaugura un mundo radicalmente inestable, donde la cosificación conlleva una obsolescencia generalizada. En este mundo está incluida la burguesía misma. A partir de entonces la pregunta por la historia intenta salvar el sentido de la existencia de individuos y cosas - que ya no consigue afirmarse en sí misma.
El individuo burgués - ahora ya lo somos todos - cosificado y votado a la nada está herido en su amor propio y necesita la historia - una historia íntima, personal - para suturar su existencia.
La Historia y las historias literarias y cinematográficas, son nuestro paraíso - no son de esta tierra -. Nos consuelan porque en ellas el tiempo, en vez de ser la puerta hacia la nada, parece tener sentido y consecuencia.
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