“Aquí y ahora” es consolador. Permite imaginar que está en nuestro poder abrir un tiempo de plena presencia, de goce. Sin embargo el “aquí y ahora” excluye el aprendizaje y las consecuencias. Emparenta el goce consumista y el “goce revolucionario” (¿el de la multitud?). En el otro extremo está la sumisión al proyecto: el ahora se sacrifica a un después (el trabajo, el porvenir). Una tercera posibilidad: la transgresión. Una tensión en el límite que suponga un tiempo para el proyecto y el deseo y un no-tiempo para la presencia y el goce. Son dos dimensiones heterogéneas que sin embargo se pueden articular, como rupturas, en la experiencia. De esta transgresión nace un saber roto y fértil, dispuesto a una continua transformación de mundo y de sí mismo.
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