Ayer asistí a la representación de The Master and Margarita por la compañía Complicite. Es una obra espléndida y espléndidamente representada. La fusión de todos los elementos escénicos es perfecta: vídeo, luces, escenografía y actuación. Sin embargo, me dio la impresión que la refinada coordinación del espectáculo suponía la transformación del vanguardismo original en un nuevo “clasicismo”. Después de la Complicite, no podemos pensar ya que el uso del vídeo en escena o de ciertas soluciones en el uso de las luces supongan una ruptura –la “ruptura” vanguardista: el intento de tocar o al menos aproximarnos a lo real rompiendo los códigos establecidos que neutralizan todo intento de cambio. Si queremos romper o agrietar hay que tomar otros caminos.
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